El Sarmiento de Biolcatti.
Reforzando el estereotipo escolar del sanjuanino.
La inauguración de la exposición de la Sociedad Rural comenzó con el Himno a Sarmiento, y luego Hugo Luis Biolcatti procedió a homenajear a Sarmiento, expresando:
“No fue casualidad
Ciertos olvidos no suelen ser casuales
Ciertos gestos son mensajes y debemos aprender a descifrarlos.
No fue casual que el Bicentenario del nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento pasara casi inadvertido para el Gobierno Nacional
Notable olvido…
Sórdida pero esforzada tarea la de ignorar este aniversario hasta reducirlo a un mínimo acto en San Juan que ni siquiera televisó el canal estatal.
Así, en medio del estrepitoso silencio oficial se cumplieron 200 años del nacimiento de aquel hombre para quien “la lucha fue su vida y su elemento”
Una lucha que continúa Porque Sarmiento, desde el pasado, sigue desafiando al presente
Sus ideas, sus visiones de progreso cuestionan hoy el rumbo de la Argentina hacia el futuro.
Sarmiento es el hombre que soñó un país.
Otro país. Diferente a este.
Quizá por eso se trate de disolver su imagen en el olvido.
No es casual que se lo quiera ignorar a Sarmiento
Fue uno de los artífices de aquella Argentina promisoria que despertaba admiración en todo el mundo.
Pero sus ideas le resultaron incomodas a tantos gobiernos de turno
Y aquel proyecto de progreso y abundancia le dejo paso a la Argentina de la pobreza, la injusticia y la exclusión.
No es casual que se lo quiera ignorar a Sarmiento ……”.
Y continua ficcionalizando sobre Sarmiento. Se olvida de que el criticó a los grandes propietarios, a los antepasados de los “dueños” de la tierra actual. Sarmiento acuño el verbo “atalivar”.
“Pero digamos que fue la picardía de Sarmiento la que dejó al descubierto este método argentino de resolver los problemas. Fue cuando desde sus páginas de El Censor empleó por primera vez el verbo “atalivar”. Decía el sanjuanino que el presidente Julio Argentino Roca “hace los negocios y su hermano ‘ataliva’”. Y ahí ponía punto. Hasta que los lectores adivinaron de por sí lo que quería decir. Sí, Roca, el presidente tenía un hermano llamado Ataliva Roca. Y “atalivar” era usado por Sarmiento como verbo para significar que cobraba la coimisión. Pero de allí, Sarmiento pasa a la acusación directa en el artículo del periódico El Censor, del 18 de diciembre de 1885. Dice sin pelos en la lengua acerca del gran negociado de las tierras del “desierto” conquistadas por Roca: “El general Roca, educado en el Colegio del Uruguay, no ha traído a su gobierno otra idea sobre el reparto de la tierra pública que en la práctica en aquellos tiempos (de Urquiza) –la voluntad sin límites de aquel que ejerce el poder– adoptándolo como sistema”. Y luego Sarmiento se ríe de la llamada “conquista del desierto de Roca diciendo que sólo fue un paseo en carruaje”. Dice textual: “El pensamiento de un paseo en carruaje a través de La Pampa cuando no había en ella un solo indio fue un pretexto para levantar un empréstito enajenando la tierra fiscal a razón de 400 nacionales la legua, en cuya operación la Nación ha perdido 250 millones de pesos oro, ganados por los Atalivas, Goyos y otras estrellas del cielo del presidente Roca. Pero si se puede explicar, aun cuando no se justifique, esta medida antieconómica y ruinosa para el Estado, por la famosa Expedición al Desierto, después de que ésta se realizó sin batallas ni pérdidas de ningún género para el gobierno, no hay razón, no hay motivo alguno para que tal empréstito continúe hoy abierto... para los amigos del general Roca, máxime cuando la suscripción se cerró hace ya mucho tiempo. Es necesario llamar a cuentas al presidente y a sus cómplices en estos fraudes inauditos. ¿En virtud de qué ley, el general Roca, clandestinamente, sigue enajenando la tierra pública a razón de 400 nacionales la legua que vale 3000? El presidente Roca, haciendo caso omiso de la ley, cada tantos días remite por camadas a las oficinas del Crédito Público órdenes directas, sin expedientes, ni tramitaciones ‘inútiles’ (sistema Urquiza), para que suscriba a los agraciados, que son siempre los mismos, centenares de leguas.Allí están los libros del Crédito Público que cantan y en alta voz para todo el que quiera hacer la denuncia al fiscal... Al paso que vamos, dentro de poco no nos quedará un palmo de tierra en condiciones de dar al inmigrante y nos vemos obligados a expropiar lo que necesitamos, por el doble de su valor, a los Atalivas”.
Así se repartió la tierra de las enormes pampas sureñas. Al presidente de la Sociedad Rural de aquellos tiempos se le entregaron dos millones y medio de hectáreas. Un apellido –Martínez de Hoz, nada menos– conocido en todas las épocas argentinas. El bisnieto, en 1976 estará sentado al lado del dictador Videla, en la Casa Rosada. Todo en carroza. Aunque en el billete de cien pesos nos muestren al general Roca, a caballo, para hacerlo más marcial y heroico.
El investigador René Orsi, en su libro Alem y Roca señala que “Julio A. Roca integraba una sociedad de hecho con su hermano mayor, Ataliva, a quien endilgaban el neologismo de ‘atalivar’ y era ‘il padrone’ mientras que Julio Argentino oficiaba como ‘gerente de la casa de comercio’”. Y añade: “Ataliva Roca, habiendo iniciado su vida carente de bienes como sus hermanos, al morir dejó una cuantiosa fortuna compuesta por importantes fracciones de campo en la provincia de Buenos Aires y La Pampa, de más de diez propiedades urbanas en Capital Federal, acciones de capital de diversas sociedades comerciales, varias chacras y loteos en Morón, La Matanza, Bahía Blanca, Junín y La Plata”. Al morir dejó tres estancias de enorme extensión.
como funcióno la sociedad de los hermanos Roca, y como se benefició el Martinez de Hoz, uno de los socios fundadores de la Sociedad Rural.
“De mendigo a millonario
Antes de llegar a Teniente General, Julio Argentino Roca era un hombre de escasos recursos. Pero poco después de morir, el testamento de este dos veces Presidente de la Nación sorprendía en cantidad de riquezas. ¿Las explicaciones? El historiador Osvaldo Bayer encuentra una sola: las ganancias que dejaron la conquista del desierto extendida por zonas de la Pampa Húmeda y la Patagonia. "Una vez finalizada la campaña, el criterio para repartir las tierras se regula por el amiguismo y se regalan más de seis millones de hectáreas, de las cuales dos millones quinientas mil le van a corresponder al presidente de la Sociedad Rural", cuenta Bayer.
Poco después de finalizada la expedición, el Gobierno promulgó una ley que imposibilitaba a Roca a recibir tierras. No obstante, quien "intentó limpiar el sur argentino de nativos", recibió 65 mil hectáreas que el Estado le otorgó como recompensa (incluyendo la estancia La Larga, en la Provincia de Buenos Aires). "Cuando se estudia el testamento de la familia Roca, es impresionante la fortuna que van a dejar. Todo eso no pudo haber salido de sus ingresos como General. Hay quienes dicen que la fortuna la dejó su mujer, que contaba con un buen pasar. Pero ella sólo heredó una estancia. Y tampoco el dinero provino de su hermano", explica Bayer.
El hermano del ex Presidente Roca se llamaba Ataliva y es a quien este historiador señala como el testaferro de Roca. Aunque, las acusaciones contra esa familia no son muy nuevas. "Ya el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento sostenía que Julio Argentino hacía los negocios y Ataliva 'atalivaba'. Así, el 'maestro' inventó de forma irónica el verbo 'atalivar', que quería decir quedarse con el vuelto o más precisamente, con la coima", dice Bayer. Y agrega: "No quedan dudas de que su ascenso social consistió en reiterados hechos de corrupción. Cuando este asume en su primer período declara no tener bienes. Pero al morir dejará una herencia impresionante, no correspondida con un sueldo de General".
Biolcatti refuerza el estereotipo escolar de Sarmiento, el mismo que intenta imponer Macri, y que, sin duda, proviene de las revistas escolares (Anteojito, Billiken y Genios). Lo usó para castigar al Gobierno. Recordemos que Sarmiento llego a la Presidencia de la Nación mediante el fraude, y también avaló el fraude que llevo a la Presidencia a su sucesor Nicolás Avellaneda